Un artista que los que viajan a cuba probablemente no visitarán es el que podría ganar mucho del cambio histórico. Su nombre es Juan Antonio Picasso. Y sí, está relacionado con aquel Picasso.
El pintor y artista cubano, que vive en La Habana, se ha mantenido en gran medida desconocido en los círculos artísticos internacionales, a pesar de que galeristas, restauradores y coleccionistas peinan la isla en busca de artistas cubanos. Esta relativa oscuridad es más sorprendente desde que su historia y la de su familia se hizo pública en el documental de 1999 “Los Picassos Negros”. Esta historia comenzó con el abuelo materno de Pablo Picasso, Francisco Picasso Guardeño, dejando España a finales de 1800 para buscar oportunidades de negocio en Cuba.
Murió en la isla en 1888 pero no antes de enamorarse y tener cuatro hijos con una mujer afro-cubana, Cristina Serra, Juan Antonio es uno de los más de 40 descendientes vivos de esa unión, la filial cubana de la familia Picasso, y él es el único que ha sabido buscarse la vida como artista en Cuba. Los Picassos de Cuba, comentó, no han desarrollado relaciones con sus primos europeos, a pesar de que su propio padre fue a España en el 2000 para el estreno del documental.
En muchos aspectos, este Picasso prefiere pasar desapercibido. Tranquilo y reservado, pasa la mayor parte de su tiempo dedicado a la pintura en el estudio que ha creado en una de las habitaciones de su apartamento de La Habana. Su apellido en parte es una bendición por una parte y una carga por la otra. Los periodistas que lo han entrevistado fuerzan inevitablemente las comparaciones entre los dos artistas. Él es sensible y escéptico sobre los motivos de los visitantes: Están interesados en él y su trabajo, o solo en su nombre y la novedad de un picaso negro.
En 2005 tuvo lugar la primera exposición individual en La Habana de este artista cubano. Ecos Pueriles se presentó en el la Galería del Centro Cultural Yoruba y obtuvo un espacio en Granma, el periódico estatal en Cuba. Para un artista autodidacta que tenía solo 30 años en aquel momento, fue todo un éxito, y lo motivó a perfeccionar y ampliar sus habilidades y técnicas con maestros pintoresy escultores a través de la Cuba contemporánea.
Con los años, la obra de este artista cubano, que a menudo explora y encarna temas de la historia y la cultura afrocubanaa, ha madurado, pero su enfoque de la autopromoción y su marca se han mantenido bastante estables. El artista cubano muestra su trabajo solo en exposiciones individuales y no en muestras colectivas, y a diferencia de otros artistas y creativos de su edad, Picasso no ha utilizado internet como una tabla de salvación, a pesar de que disfrutó de acceso a ella durante un viaje de un año a Alemania en 2014. No tiene página web, aunque algunos de sus trabajos se venden a una galería online. Tiene una cuenta en Facebook pero no con fines comerciales. Sigue siendo un entrevistado difícil, sus respuestas acerca de su trabajo son en ocasiones bruscas y frustrantemente imprecisas, pero refleja su deseo de pasar más tiempo pintando que hablando, sobre todo si esta charla es acerca del otro Picasso. Como muchos artistas admira el trabajo de su famoso antepasado, y se siente inspirado por él. Pero para Juan Antonio, dice que solo su arte habla por él.
“El nombre de Picasso está muy cargado”, me dijo durante una de nuestras reuniones en La Habana. “Lleva una gran responsabilidad, sobre todo porque el público es curioso y exige mucho: Qué tiene este nuevo Picasso que ofrecer?”.
Pero la respuesta, dice, no tiene nada en común con su antecesor artístico aparte de su nombre compartido. “MI trabajo está inspirado en la realidad tropical”, explicó, señalando imágenes recurrentes como palmeras. “Es un trabajo que tiene un elemento bastante crítico”
De qué es crítico puede no ser evidente de inmediato. A diferencia de una buena parte del arte cubano, que repite las mismas imágenes y representa los mismos sentimientos -nostalgia, pérdida, Libertad y la falta de ella, el deterioro y la tensión de vivir en una ambigüedad aparentemente perpetua- Picasso parece estar trabajando con otras ideas. Lo que expresa este artista cubano está claro para unos y no tanto para otros. Las pinturas de Juan Antonio Picasso siempre se infunden en símbolos e ideas afrocubanos. Si bien algunos de estos símbolos pueden ser comunes, la concha de cauri o una máscara, por ejemplo, otros son más opacos y abiertos a múltiples interpretaciones. Representa la concha un timón que indica el retorno a África? La falta de escaleras significan la trascendencia o la imposibilidad de subir más allá de un punto fijo?
Picasso no decodifica las obras para el espectador, aunque dice que se identifica mucho con la rueda que aparece en muchas de sus obras. “Es un símbolo del movimiento, de avanzar, de perseguir una posibilidad”. Pero al final lo que prefiere es la ambigüedad, animando a cada espectador a vivir su propia experiencia y significado de su trabajo.
Queda en el aire si los amantes del arte de los EEUU tendrán la posibilidad de ver las obras de este artista cubano por sí mismos. Picasso no parece querer unirse a los circuitos turísticos del arte de La Habana a corto plazo, y dada su tendencia hacia una especie de aislamiento, los amantes del arte no deben esperar que du nombre aparezca de repente en el creciente número de galerías que exploran el arte cubano.