Cuando una mamá se plantea que va a dar lactancia suelen acudir a alguna clase especializada o leen un libro para prepararse a alimentar a sus nuevos bebés. Aun así, hay muchas cosas que te van a impactar cuando las vivas en persona, aunque lo hayas leído en un libro. Tu cuerpo experimenta muchos cambios, y algunos de ellos son raros. Aquí van algunas cosillas que puede que te pasen y te sorprendan… pero son algo totalmente normal.
Fugas … cuando el bebé de otra persona está llorando.
La madre naturaleza programó nuestros senos para permitir que la leche comenzara a brotar cuando nuestro bebé lloraba de hambre. Pero, para muchas madres lactantes, los llantos de cualquier otro bebé llevarán a la misma reacción de su cuerpo. Esto a veces puede ser un poco embarazoso y es por eso que algunas mamás usarán almohadillas de lactancia para absorber cualquier leche filtrada. Para otras, sin embargo, no es una gran cantidad ni un gran problema.
Tener un seno preferido.
Muchas nuevas mamás tratarán de que su bebé se alimente uniformemente en ambos senos, lo que es una buena idea cuando se está estableciendo la lactancia para un suministro adecuado de leche. Sin embargo, con el tiempo un seno a menudo se adelanta y produce más leche en promedio. No significa que una mujer tenga un pecho “defectuoso” o que no pueda producir suficiente leche para su bebé: la mayoría de las mamás notan esa diferencia entre sus senos y no tienen ningún problema.
Te duele muchísimo cuando baja la leche … o nada en absoluto.
El reflejo de bajada de la leche es cuando la leche es expulsada de las células que almacenan la leche. Algunas mamás sentirán una sensación de hormigueo, mientras que otras mamás sentirán dolor de verdad. Para las madres que no tienen ninguna sensación, esto puede ser muy aterrador ya que a menudo se preguntan si su bebé está recibiendo leche o si sus senos no están funcionando correctamente. No temas: es totalmente normal, y puedes usar otros signos para saber que tu bebé está recibiendo leche, como una buena producción de pañal, leche goteando de su boca y (lo mejor de todo) un bebé feliz, contento y calmado mientras se alimenta. Nota mental: Sentir dolor no es necesario.
¡Duele! Tu espalda, tus hombros, tus muñecas.
Todas las fotos que encuentras en revistas para padres muestran a mujeres alimentando gloriosamente a sus bebés. El escenario real, sin embargo, es a menudo muy diferente: Estás encorvada en posiciones extrañas, apoyando a tu bebé (que ya va creciendo) en los brazos porque has dejado tu cojín de lactancia no se sabe dónde. Esto, combinado con una súper flexibilidad en las articulaciones debida a las hormonas de la lactancia, puede afectar tu cuerpo y provocar dolor de espalda, en los hombros e incluso el síndrome del túnel carpiano. Para evitarlo o prevenirlo elige una buena postura, compra un sillón de lactancia para favorecer la posición cómoda para los dos y trabaja ejercicios como el yoga, pilates o tantos otros.
Te sientes seca … ahí abajo.
La lactancia mantiene bajos los niveles de estrógenos en la mujer, y esto puede provocar sequedad vaginal. Esto puede llegar a hacer que el sexo sea doloroso o incómodo. Lo que parece ser un problema vergonzoso es realmente muy común, y la buena noticia es que hay ayuda disponible en forma de lubricantes y cremas. Consúltalo con tu médico o matrona, ellos pueden ayudarte.
El tamaño de tus pechos cambia… radicalmente.
Cuando llega la leche de una mujer por primera vez y durante esas primeras semanas de lactancia, puede sentir que tienes unos senos grandes y llenos. Sin embargo, después de los primeros meses es totalmente normal que los senos se ajusten a las necesidades del bebé y ya no estén tan llenos. Esto hace que muchas mujeres piensen que están perdiendo su capacidad de dar leche, cuando en realidad solo es que sus cuerpos actúan de manera totalmente normal y sincronizados con sus bebés.
¿Sigues preocupada por esto? Busca signos de buena alimentación en tu bebé (punto tres) o consulta con tu médico o matrona.