Lectora

¿Eres de los que lee a la velocidad de la luz o disfrutas más de una lectura pausada antes de dormir? ¿Cuántas veces tienes que volver atrás y releer la hoja que acabas de pasar? Se estima que la velocidad de lectura media está entre unas 200 y 300 palabras por minuto, aproximadamente. Pero una cosa es leer rápido y otra entender lo que se lee. Si se dan los dos casos es genial, pero no siempre es lo más usual.

Veamos qué tipo de lector somos. Coge un texto no muy extenso, y cuenta las palabras. Cronometra lo que tardas en leerlo y luego divide el número de palabras por los segundos que te ha llevado leerlas, después multiplica el resultado por 60. Así obtendrás el número de palabras por minuto que lees, que si están entre 100 y 200, son una velocidad lenta, entre 200 y 300, la media, y por encima de 400, una velocidad rápida.

Estaremos de acuerdo en que leer muy rápido pero no enterarse de nada es como, si al final, no supiéramos leer. De acuerdo, la velocidad de lectura depende de diversos factores: de lo acostumbrados que estemos a leer, de la dificultad del texto y el vocabulario, etc. Pero también depende de lo entrenados que estén nuestros ojos.

Partamos de una base: los ojos son mucho más lentos leyendo de lo que lo es el cerebro procesando esa información. Cuando leemos, nuestros ojos no siguen el texto de una manera continuada, sino que lo hacen a saltos (denominados “saltos de ojo“) y haciendo pausas (llamadas “descansos de ojo“).

Hoy en día existen apps con las que podemos entrenar nuestra velocidad de lectura como SPRITZ, peor también hay un montón de trucos que podemos ir probando progresivamente. Por ejemplo, se recomienda no pronunciar las palabras en voz baja mientras las leemos y evitar la re-lectura de pasajes que acabemos de leer. Podemos, también incluir palabras incompletas en una frase, para obligarnos a fijarnos en un grupo de ellas para poder entenderla:

Du an e un ecl pse l n r el sat l te atraviesa la s mbra de la T er a

Así que ya sabes, entrena tu ojos y prueba a ver cuento tardas en devorar cuentos cubanos o novelas contemporáneas.

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